"No tengo ganas de hacer
nada
“Hoy me he levantado que no sé
muy bien que me pasa. Estoy como triste, desganada, no tengo ganas de
hacer absolutamente nada. No quiero cocinar, no quiero ver una serie, no
quiero hacer ejercicio, ni escuchar música, ni ver la tele… Ni si quiera tengo
ganas de hacer una vídeo llamada con mi familia, por no tener, no tengo ganas
ni de salir a aplaudir”
“Estoy como cansada de los días, como si me pesaran, es un estado que no sé muy bien como describir, ni se porque
estoy así. No sé bien que emoción siento, se parece a la tristeza, no
logro identificarla. Siento que no quiero hacer nada, solo quiero
estar aquí sentada en el sofá y llorar. He perdido la fuerza, las ganas, la
motivación, no me apetece ni comer”
Es posible que os hayáis sentido
reflejados, estos duros días de confinamiento obligado al que estamos sometidos
comienzan a dar sus frutos a nivel psicológico. Uno de sus frutos (de entre
otro muchos) es la Apatía, o lo que es lo mismo, no
tener ganas de hacer nada. Está claro que la situación actual, los
múltiples escenarios tanto presentes como futuros que contemplamos a diferentes
niveles (social, laboral, familiar…) cargados de incertidumbre, generan en
nosotros diversas emociones.
La apatía o no
tener ganas de hacer nada
La apatía se define como la falta de interés por todo en general y una disminución en la
expresión y respuesta afectiva, tanto a nivel emocional como conductual. Así
como en una reducción de las actividades tanto laborales como de ocio. La
desgana, la desidia, la falta de fuerza, se apoderan de la persona, limitando
su vida en todos los ámbitos en los que se desarrolla y afectando a todos
ellos.
Esta sensación suele ir acompañada,
como es lógico, de un estado de ánimo bajo, en el que
predominan sentimientos de tristeza, baja autoestima, pensamientos
negativos y derrotistas, preocupaciones constantes y estados de ansiedad sin
motivo aparente.
¿Cómo se manifiesta
la apatía?
Perdida de motivación e interés general
Cuando nos vemos envueltos en este
estado, no contemplamos otras opciones que no sea la de “no hacer nada”,
simplemente dejamos de interesarnos por las situaciones
cotidianas que giran en torno a nosotros en estos momentos.
Ninguna opción será valorada como aceptable para poder ponernos en marcha.
Pérdida de iniciativa
Realizar cualquier actividad será un
esfuerzo excesivo que creemos no poder realizar, tampoco entramos en
cuestionarnos si somos o no capaces, ni de si la realizaremos con éxito o no. Simplemente
valoramos que la actividad en sí, conllevaría un gran
esfuerzo que no vamos a realizar.
Diminución o pérdida de respuesta
emocional
Cuando padecemos apatía, nuestras emociones sufren un embotamiento, nuestra capacidad de
experimentar y expresar emociones se ve reducida (o se pierde
de manera temporal). Entramos en un estado de aplanamiento afectivo o
indiferencia emocional. De ahí que nos cuesta identificar que estamos sintiendo
o que a que emoción nos hemos subido.
Reducción de las actividades sociales y
de ocio
Obviamente esto ya se ha visto
reducido de manera obligatoria por el confinamiento, pero es verdad que nos
hemos buscado nuestras alternativas para lidiar con ello. Cuando la apatía se
apodera de nosotros, ni si quiera nos paramos a pensar en las alternativas y
tendemos al aislamiento. Simplemente, es como si para nosotros no
existiese nada más que respirar y mantenernos vivos.
Causas de la apatía
en confinamiento
·
Estrés: Aunque no lo parezca estamos
sometidos a unos niveles de estrés elevados y constantes producto de la
situación en general que estamos viviendo y la sensación constante de
incertidumbre. Todo esto pueden ir minando poco a poco nuestra
iniciativa, nuestra motivación por proponer y realizar actividades,
debido al mantenimiento elevado de ciertos neurotransmisores, lo que nos lleva
al agotamiento físico y emocional y por la tanto a
una disminución en el desempeño y disfrute de las actividades diarias.
·
Falta de sueño o sueño no reparador: es normal que
nuestros patrones de sueño hayan cambiado drásticamente. Es posible que
sintáis sueño durante el día y la falta extrema de energía
incluso habiendo dormido las horas necesarias. Quizás a otros nos cueste conciliar el sueño, nos despertamos
en la noche o incluso tengamos serias dificultades para poder quedarnos
dormidos. Al no poder descansar adecuadamente nos genera esa falta de
energía, lo que nos lleva a valorar las actividades como un esfuerzo extremo.
·
Cansancio: El cansancio excesivo, la sobrecarga
de actividades, pueden inducir a la apatía. Cuando el cansancio se apodera de
nosotros y no somos capaces de abarcar todo lo que nos hemos propuesto, poco a
poco comenzaremos a sentir falta de motivación y de
iniciativa que nos llevará a la desidia y a no querer hacer
nada.
·
Aburrimiento: No se trata del
típico aburrimiento, sino de un estado de aburrimiento vital. Si no disfrutamos
con lo que hacemos cada día, no encontramos alguna tarea motivante, es normal
que inconscientemente rechacemos comenzar la jornada y respondamos ante la perspectiva de un nuevo día con apatía.
Si nuestras jornadas se han convertido en una copia las unas de las otras,
teniendo muchas rutinas automatizadas y no sabemos cómo salir de esa especie de
“día de la marmota”, es probable que
nos hundamos en el aburrimiento y la monotonía, dos sentimientos que nos
arrebatan las ganas de hacer cosas
·
Poca vida social y afectiva: Somos seres
sociables por naturaleza, en estos momentos el confinamiento dificulta que
podamos salir con nuestros amigos y seres queridos a disfrutar tiempo con
ellos, mostrarles nuestro cariño y recibir nosotros el suyo. Por ello podemos
empezar a sentir una sensación de vacío emocional,
que poco a poco puede ir creciendo y afectando a nuestra respuesta emocional.
¿Qué hacemos si no
tenemos ganas de hacer nada?
Es importante que nos demos un permiso para sentirnos así, y más en estos
tiempos que estamos viviendo, recordad que esto es una cuarentena, no un
concurso de productividad. A veces este sentimiento de apatía puede ser incluso liberador, igual solo necesitamos un
descanso, puede ser incluso un modo de desconectar de todo. Pasamos
por infinidad de emociones a lo largo del día, a lo largo de las semanas, éstas
oscilan en intensidad y duración, y aquí es donde la apatía funciona como un
bálsamo protector al permitirnos un espacio de soledad e indiferencia a
diferentes niveles.
Aceptar que podemos sentirnos apáticos,
es dejar de pensar que tenemos que estar haciendo cosas constantemente. Dejar de
presionarnos en pos de la productividad. Abrazar la tranquilidad. No empujar,
no forzar. Permitir que las cosas sean como son. Podemos incluso aprovechar
este estado a nuestro favor. Utilizarlo para reconectar con
nosotros mismos, pensar sobre esas cosas que realmente nos gustan y
que probablemente hemos descuidado durante mucho tiempo.
En el plano práctico, para recuperar
las ganas de hacer cosas, simplemente necesitamos establecer objetivos a corto plazo. Divide las
actividades en pequeñas tareas que podamos gestionar mejor. Es muy importante,
en la medida de lo posible integrar cambios en la rutina diaria. Si la
sensación de desgana se mantiene en el tiempo, lo mejor que puedes hacer es
acudir a un profesional. Nosotros tenemos a tu disposición terapia online, mediante ella podemos ayudarte a sobrellevar esta
sensación de apatía, también podemos enseñarte a llevar lo mejor que se pueda
el confinamiento, aprendiendo a regular emocionalmente (ansiedad, miedo,
angustia, enfado…) la realidad en la que nos hemos visto envueltos.
Medinet, abril 2020
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